En esta ocasión comentaré de un caso particular, una cámara que estaba tan alta que mi escalera no la alcanzaba. Sin embargo yo tenía que acceder a ella cada 30 días para extraer las imágenes que tenía y de pasada verificar que las baterías tuvieran todavía un buen nivel de carga. Como todo en la vida, no siempre nos toca que las cosas sean como queremos, tenemos que adaptarnos para poder cumplir con el trabajo encomendado.
En todas las fotos y explicaciones siguientes se trata de la misma cámara, ubicada en un poste de luz mercurial. Fueron tan diversas las formas de acceder a dicha cámara que decidí documentarlo y preparar un artículo exclusivamente para ella.
Afortunadamente la cámara estaba en un sitio de construcción donde es normal que utilicen escaleras altas y andamios para realizar su trabajo. El problema es que no siempre estaban disponibles por lo que había que improvisar.
El procedimiento era llegar a la cámara, sacar la tarjeta SD y transferir las imágenes a mi laptop. Posteriormente la tarjeta volvía a la cámara se reiniciaba la cámara hasta la siguiente ocasión.
Al registrar en timelapse en un proyecto de construcción es importante colocar la cámara lo más alto posible y en un lugar donde al finalizar la construcción (que pueden ser meses) el edificio resultante no se salga del cuadro. La altura ayuda a registrar los distintos planos en el área y no sólo los que estén al frente además de proporcionar cierta seguridad de que la cámara pueda ser robada.
El día que estábamos instalando la cámara a una altura considerada “normal” (3 o 4 metros) llegó la policía que patrullaba el sector. Ellos nos indicaron que era un lugar inseguro por lo que movimos la cámara lo más alto posible. Funcionó, no se la robaron, pero la obtención de las imágenes y revisión de las baterías de la cámara representa todo un reto.
A continuación les muestro las distintas formas que utilicé para llegar a la misma cámara. En todas había un riesgo y no puedo negar que me daba miedo, por lo que tomaba las precauciones necesarias para que no me pasara nada.
Como el edificio en construcción era alto, casi siempre me podían prestar esta escalera muy larga que utilizaban para llegar hasta el techo.
Por su longitud al subir se balanceaba mucho, pero siempre pedía a alguien me ayudara deteniendo la escalera para que no se resbalara. En la foto aparezco solo porque le pedí al que me ayudaba a sostener la escalera que me tomara la foto (por eso pueden ver que estoy muy bien agarrado del poste para no caerme).
Al comenzar la instalación del techo llegaron dos andamios para que los constructores pudieran realizar su trabajo son seguridad. Un día, al estar ocupada la escalera, el jefe de albañiles me ofreció montar el andamio doble junto al poste. Se requiere de práctica y cierta destreza para armarlo, pero afortunadamente lo hicieron ellos por lo que no tuve problemas.
La subida fue un poco movida por el desbalance de mi peso con el andamio, pero una vez estando arriba la estructura es muy sólida. El único detalle es no confiarse y recordar todo el tiempo que estamos en la altura.
Un buen día llego y me dice el jefe de albañiles que sólo hay un módulo de andamio. Al no haber opción, le propuse el montar la escalera que normalmente llevo conmigo en este tipo de trabajos. Lo único que le pedí fue que me prestara a uno de sus muchachos para que subiera conmigo y detuviera la escalera para que no resbalara.
En esta ocasión llego a la obra y ya se habían ido los albañiles y el contratista, sólo estaba el velador que tenía lastimado un brazo y no me podía ayudar. Con esfuerzos llevamos la escalera larga al poste pero al intentar levantarla no pude solo y no me quise arriesgar a un accidente por lo que la regresé a su lugar. Cuando estaba a punto de rendirme, vi a una cuadrilla que estaban reparando las luces de los postes cercanos. Con pena me acerqué y les pedí el favor. Ellos accedieron de inmediato y con eso llegué fácilmente a la cámara logrando una cuarta forma de subirme.
Al casi finalizar la construcción del edificio, se llevaron andamios y escaleras a otra obra, sólo estaba disponible una retroescabadora (conocida por ellos como “mano de chango”). Al no haber otra opción tuve que evaluar el riesgo y subir. Dada la experiecia del operador de la máquina no sentí tanto miedo al moverse la máquina, aunque dice mi amigo Josh Banks que si hago eso en los Estados Unidos me pueden meter a la cárcel…
Quiero concluir mencionando que los fotógrafos estamos medio locos y en ocasiones incurrimos en actos inseguros con tal de obtener nuestras imágenes como las visualizamos en nuestra mente. No por eso nos arriesgamos irresponsablemente. Hubo ocasiones en que al evaluar el riesgo, cambiaba de opinión, como cuando intenté levantar la gran escalera yo sólo que me di cuenta del enorme riesgo de accidente que tenía al estar subiedo la escalera y eché marcha atrás. En todos los casos estaba consciente del riesgo y tomé todas las precauciones posibles para no sufrir un accidente.
Luis Roberto De León se dedica desde hace más de 30 años a la fotografía industrial y comercial, manteniéndose a la vanguardia con las tecnologías digitales.
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